Blue Sparrow

Diana conoce a Blue Sparrow en su restaurante y, desde el principio, ella siente una chispa. No conoce nada de ese hombre trajeado pero, cada día que le ve ir a su restaurante, su curiosidad aumenta hasta tal punto de aceptar una cita por parte de Blue. A medida que pasa el tiempo, Diana se enamora cada vez más de Blue mientras le va conociendo y lidia con el reciente divorcio con su ex-mujer.

Pero las dudas siempre están ahí, ¿Diana está utilizando a Blue y su situación financiera para poner a flote su restaurante? ¿Blue está realmente interesado por Diana o solo la está usando para olvidarse de su ex-mujer? ¿Tal vez, son ambos el amor verdadero del otro o tan solo una experiencia pasajera?

Aquel día no estaba siendo precisamente el más animado para Diana. Notaba cómo poco a poco su restaurante estaba perdiendo clientela y, por mucho que estuviera haciendo lo que podía por redes sociales, publicidad y hasta descuentos, no conseguía captar nuevos clientes. Estaba comenzando a pensar que, tal vez, su comida no era tan buena como su abuelo siempre le decía. Estaba perdida.

Hasta que escuchó el timbre de la entrada y su mirada fue a parar a aquel hombre trajeado, tan apuesto y elegante. ¿Cómo habría llegado allí? No tenía ni idea pero sabía perfectamente que aquel hombre no iba a utilizar ningún descuento. Diana siempre trataba a su clientela con la más delicada amabilidad y simpatía, pero con él decidió aumentar un poco más su sonrisa y ser lo más simpática posible.

—Hola, bienvenido a Foodie Love.—dijo mientras se acercaba a él y le tendía un menú. El restaurante apenas estaba lleno, por lo que era bastante tranquilo. Aunque ella fuera chef, ella también hacía de camarera de vez en cuando, para poder ahorrar en gastos. Cuando se acercó a él, pudo notar en su aura algo que, sin poderlo evitar, la dejó un tanto perpleja. No sabía muy bien qué era, pero sus mejillas ahora ardían como el fuego.—¿Mesa para cuántos?

- Bien, haremos una cosa, habla con mi abogado mañana al mediodía, él va a atender tus reclamos de ahora en más Daphne, no quiero que vuelvas a llamarme cuando estoy en una reunión de negocios.. - murmuró contra su móvil, de muy malhumor luego de que su ex mujer le interrumpiera una muy importante reunión donde lograría un nuevo socio para las tiendas de Sao Pablo. Estaba a punto de conquistar Brasil y la mujer no medía aún que ya estaban separados, Deseaba más de lo que podía darle él.

Blue había salido muy tarde esa noche del trabajo y no quería encerrarse en su lujoso apartamento a ver el movimiento de la ciudad mientras él se quedaba estático, sin nada que hacer. Iría a comer algo, y quien sabe, quizás le devolverían su buen humor.

Un restaurante le había llamado la atención esa semana, pues tendía a no repetirlos y probar la "especialidad de la casa". Era un cliente con un paladar refinado y bastante quisquilloso por lo que siempre esperaba que lo sorprendieran. Ésta vez no fue la comida en especial lo que llamó la atención del rubio, sino la muchacha que se le acercó para ofrecerle la carta. - Uno, o ve usted alguien más detras mío? - le preguntó, alzando una ceja, esperando ella lo ubique en un sitio tranquilo para esa velada. - Quiero la especialidad de la casa y un vaso de Jack Daniels.. - pidió mientras se quitaba el saco negro para quedar solo con su camisa, del mismo color. Sus intensos ojos celestes aún puestos en la moza.

Diana rió para sí misma cuando él le preguntó de manera tan retórica sobre su compañía. Ella realmente no sabía si aquel hombre tendría alguna reunión de negocios en su restaurante o tenía una cita... Tal vez estaría esperando a alguien pero aún así, asintió para darle la razón y después echó la mirada hacia la zona de comedor, la cual estaba casi vacía a excepción de un par de clientes que ya estaban terminando de cenar.

—El mejor sitio del restaurante, al lado de la cocina y el ventanal.—dijo ella con una sonrisa para luego asentir. Agradecía las personas que eran tan directas a la hora de pedir. Lo que le resultó extraño era que él quisiera tomar alcohol con la comida que ella fuera atraerle pero no dijo nada.—Nuestra especialidad es la comida familiar italiana. Has llegado en el mejor día, estoy terminando de hacer la lasagna napoletana.—No sabía muy bien por qué, pero estaba hablando más de la cuenta con ese hombre. Tal vez era que no tenía mucha conversación en aquel día donde sólo estaba ella en el restaurante o sus ganas de escuchar su voz grave ya eran incesantes.

Cuando él clavó sus ojos claros en ella, Diana se quedó quieta por un momento y la sonrisa se le quedó paralizada también, fijándose en ellos para luego, a los dos segundos, agitar un poco la cabeza como para salir del ensimismamiento.

—Jack Daniel's y una lasagna marchando... Volveré pronto.—dijo, para luego a los pocos minutos volver con un vaso de whisky, la botella. Algo le decía que aquel hombre estaba pidiendo aquella bebida para olvidarse un poco de todo, por lo que dejó de lado el hielo y le echó el doble en el vaso. Sin decir nada más, pero recreándose un poco en echarle la bebida, se fue y trajo el gran plato de lasagna humeante recién salida del horno y con un poco de queso parmesano gratinado encima. Era la especialidad de Diana desde que era una adolescente, su abuelo la enseñó todo lo que cocinaba y esa receta era la que recordaba con más cariño y, al parecer, con la que la recordaban a ella.—¿Día duro? Aquí tienes. Que aproveche.

Diana rió para sí misma cuando él le preguntó de manera tan retórica sobre su compañía. Ella realmente no sabía si aquel hombre tendría alguna reunión de negocios en su restaurante o tenía una cita... Tal vez estaría esperando a alguien pero aún así, asintió para darle la razón y después echó la mirada hacia la zona de comedor, la cual estaba casi vacía a excepción de un par de clientes que ya estaban terminando de cenar.

—El mejor sitio del restaurante, al lado de la cocina y el ventanal.—dijo ella con una sonrisa para luego asentir. Agradecía las personas que eran tan directas a la hora de pedir. Lo que le resultó extraño era que él quisiera tomar alcohol con la comida que ella fuera atraerle pero no dijo nada.—Nuestra especialidad es la comida familiar italiana. Has llegado en el mejor día, estoy terminando de hacer la lasagna napoletana.—No sabía muy bien por qué, pero estaba hablando más de la cuenta con ese hombre. Tal vez era que no tenía mucha conversación en aquel día donde sólo estaba ella en el restaurante o sus ganas de escuchar su voz grave ya eran incesantes.

Cuando él clavó sus ojos claros en ella, Diana se quedó quieta por un momento y la sonrisa se le quedó paralizada también, fijándose en ellos para luego, a los dos segundos, agitar un poco la cabeza como para salir del ensimismamiento.

—Jack Daniel's y una lasagna marchando... Volveré pronto.—dijo, para luego a los pocos minutos volver con un vaso de whisky, la botella. Algo le decía que aquel hombre estaba pidiendo aquella bebida para olvidarse un poco de todo, por lo que dejó de lado el hielo y le echó el doble en el vaso. Sin decir nada más, pero recreándose un poco en echarle la bebida, se fue y trajo el gran plato de lasagna humeante recién salida del horno y con un poco de queso parmesano gratinado encima. Era la especialidad de Diana desde que era una adolescente, su abuelo la enseñó todo lo que cocinaba y esa receta era la que recordaba con más cariño y, al parecer, con la que la recordaban a ella.—¿Día duro? Aquí tienes. Que aproveche.

Diana rió para sí misma cuando él le preguntó de manera tan retórica sobre su compañía. Ella realmente no sabía si aquel hombre tendría alguna reunión de negocios en su restaurante o tenía una cita... Tal vez estaría esperando a alguien pero aún así, asintió para darle la razón y después echó la mirada hacia la zona de comedor, la cual estaba casi vacía a excepción de un par de clientes que ya estaban terminando de cenar.

—El mejor sitio del restaurante, al lado de la cocina y el ventanal.—dijo ella con una sonrisa para luego asentir. Agradecía las personas que eran tan directas a la hora de pedir. Lo que le resultó extraño era que él quisiera tomar alcohol con la comida que ella fuera atraerle pero no dijo nada.—Nuestra especialidad es la comida familiar italiana. Has llegado en el mejor día, estoy terminando de hacer la lasagna napoletana.—No sabía muy bien por qué, pero estaba hablando más de la cuenta con ese hombre. Tal vez era que no tenía mucha conversación en aquel día donde sólo estaba ella en el restaurante o sus ganas de escuchar su voz grave ya eran incesantes.

Cuando él clavó sus ojos claros en ella, Diana se quedó quieta por un momento y la sonrisa se le quedó paralizada también, fijándose en ellos para luego, a los dos segundos, agitar un poco la cabeza como para salir del ensimismamiento.

—Jack Daniel's y una lasagna marchando... Volveré pronto.—dijo, para luego a los pocos minutos volver con un vaso de whisky, la botella. Algo le decía que aquel hombre estaba pidiendo aquella bebida para olvidarse un poco de todo, por lo que dejó de lado el hielo y le echó el doble en el vaso. Sin decir nada más, pero recreándose un poco en echarle la bebida, se fue y trajo el gran plato de lasagna humeante recién salida del horno y con un poco de queso parmesano gratinado encima. Era la especialidad de Diana desde que era una adolescente, su abuelo la enseñó todo lo que cocinaba y esa receta era la que recordaba con más cariño y, al parecer, con la que la recordaban a ella.—¿Día duro? Aquí tienes. Que aproveche.

Asi que ese era el mejor lugar. Blue era bastante analítico del lugar pero no fue hasta que ella le dijo que estaba cocinando lasagna que la miró con más atención. No era el tipo de restaurante que estaba acostumbrado a ir a consumir, donde habían mozos cocineros, gerentes en la barra y quienes administraban el dinero.

Observó con curiosidad ese detalle, estaba bien, no había mucha gente, quizás era otro lugar en quiebra. Esperaba la comida fuera de ese día. - Problemas de personal? - preguntó, viendo que ella le servía el plato de lasagna.

Quizás no fuera de su incumbencia, pero todo negocio era algo que al hombre le agradaba poder hablar, sus influencias quizás pudieran hacer de esa pequeña tienda algo muy grande. Pero primero, debía probar la comida. - Muchas gracias señorita.. - se quedó en la mitad de su agradecimiento, pues no sabía su nombre y esperaba su contestación.  Blue probó un bocado y sonrió de medio lado, ayudándose con un poco de pan, asintiendo, Exquisito, nada que envidiarle al mejor restaurante italiano de la zona.

A ella no le importaba que la gente preguntara sobre su negocio. Era incluso algo que le gustaba ya que había puesto todo su empeño, cariño y dinero en el restaurante. Era una pena ver cómo, con el tiempo, su sueño de tener aquel restaurante se esfumaba por no saber cómo mantenerlo a flote. Diana suspiró al escuchar su pregunta y después, quedándose de pie frente a él, le respondió:

—Más o menos... Prefiero tener tan solo un par de camareros y hoy uno de ellos se ha puesto malo, así que estoy cubriendo su turno.—Intentaba ocultar el hecho de que no tenía suficiente dinero como para contratar una sustitución, pero tampoco le molestaba ser camarera, tenía bastante experiencia en el asunto.—Además, así le doy un toque extra "familiar" al restaurante.

Como siempre, Diana con humor, intentando ver las cosas de la mejor manera posible. Al decir aquello, Diana le guiñó un ojo a aquel empresario y después, sin poderlo evitar, se sonrojó de nuevo. Tal vez no debía estar tanto tiempo charlando con aquel extraño, pero no tenía nada mejor que hacer. La pareja de clientes que estaban aparte del contrario y ella estaban ya por el postre y habían pagado ya la cuenta.

—Kapuletti. Diana Kapuletti. Es un gusto.—dijo ella con una sonrisa, tendiendo la mano de manera formal mientras volvía clavar la mirada en el empresario.—¿Y usted, cómo se llama?

Así que ese era el problema, su estilo era más austero, "familiar" le decía. Él entendía que no había presupuesto para más. Lo entendía muy bien pues había empezado de cero, con un puesto en la plaza. La lasagna estaba deliciosa, el hombre comió un poco más y se lim´pió la boca con una servilleta blanca.

La chica parecía no estar dispuesta a irse de allí y a él no le molestaba en realidad, hacía poco tiempo que se había divorciado de Daphne y vivir en un apartamento solo se había convertido en algo demasiado solitario luego de estar acostumbrado a las cenas familiares, los niños correteando, sus suegros y.. una adorable esposa que se había convertido en su peor pesadilla.

De verdad no tenía problemas con socializar y darle charla a una mujer, además de que ella le parecía en verdad muy guapa. - Mi nombre es Blue, y la comida esta especialmente buena.. con un poco más de publicidad y recomendación este lugar podría ser muy popular... - le dijo antes de tomar el vaso del doble de whisky y llevárselo a sus labios.

Diana se fue a acomodar a la barra del restaurante mientras observaba al empresario probar su plato más significativo. Sentía casi como si él fuera un crítico que podría cambiar por completo la popularidad de su restaurante, si ella hacía un buen trabajo con la comida, claro estaba. No tenía ni idea en lo que trabajaba, por lo que posiblemente sería uno de esos críticos gastronómicos importantes.

Cuando Blue dijo aquello, a Diana comenzaron a brillarle a los ojos con intensidad. Sabía muy bien cómo llevar el negocio pero, al parecer, no estaba dando los frutos que realmente eran necesarios para que ella despegara del suelo.

—Oh, ¿De verdad lo cree? Gracias.—comentó ella con un sonrojo mientras se sentaba en uno de los taburetes de la barra y le observaba. Esperaba no ser demasiado invasiva, pero a ella le estaba encantando ver a aquel empresario disfrutar de su comida.—Dios sabe lo mucho que estoy intentando despegar este restaurante... Lo abrí con todo mi corazón, he puesto mucho esfuerzo pero, al parecer, a la gente ya no le interesa mucho la comida italiana casera.—Diana se sentía realmente mal por eso, ya que la comida para ella era algo muy importante, con lo que había crecido y adorado a su abuelo durante toda su vida.—Perdona que le pregunte, pero... ¿Es usted crítico gastronómico? No suelo ver a muchos hombres tan bien vestidos como usted entrar a mi restaurante. Prefieren ir al fusionbar que hay en la esquina.

Podía decirse que el fusiónbar tenía un aire más aristocrático. A el le gustaba para las reuniones empresariales, pero la comida no era una cosa de otro mundo, tenía una marca bien posicionada en la ciudad. Solo eso.

- No, no, crítico gastronómico no soy, solo me gusta el negocio y hablo de lo que conozco. Tengo una empresa, con algunas tiendas distribuidas en algunas ciudades. - No quería decir que estaban en diferentes partes del mundo. Demasiado ostentoso.

- Gracias por lo de bien vestido, todo un halago.. - el alzó una ceja y sonrió de lado, coqueto. No por nada dirigía una de las mejores compañías de moda del país.

Diana escuchó cada palabra que él le decía como si fuera lo más importante del mundo. Aunque no fuera crítico, su oficio podría ayudarle mucho a poder agrandar su negocio o, por lo menos, evitar la bancarrota de su local. Aunque Diana hubiera estudiado algo de empresariales en su carrera, sabía que no era lo suficiente para poder llegar a toda la ciudad.

Suspiró cuando él le miró de aquella manera, tan coqueta. Se sonrojó tanto que ella rio como una adolescente y se mordió levemente el labio. Sabía que estaba invadiendo un poco su espacio y que, seguramente, quisiera un momento para él solo.

—No hay de qué, Sr. Sparrow.—dijo acomodándose un poco el pelo para luego intentar no parecer tan boba y ponerse recta frente a él, pero sin perder esa sonrisa coqueta y esa mirada clavada en él.—¿Qué le apetecería de postre? Tenemos el típico tiramisú y gelatto.

Aunque tuviera que dejarle a su aire, Diana sentía como que no podía apartarse de él. Le gustaba hasta verle comer, era algo que no le había pasado en mucho tiempo, pero debía controlarse.

El sonrojo de ella no le pasó inadvertido a Blue, que le parecía adorable que ella no pudiera reprimir la vergüenza. Quizás estaba siendo un poco más seductor y coqueto de lo que se proponía, pero, desde que estaba separado había comenzado a volver a mirar a las mujeres de una manera que había olvidado hacer desde que estaba casado, era un hombre demasiado fiel a quien estaba a su lado y esa libertad ahora era un pase a divertirse un poco.

Un postre? Postre podría ser esa joven dependienta, si le preguntaban a él. El rubio rió para si a sus pensamientos libidinosos y negó con la cabeza - Estoy bien así.. aunque podríamos tener una cita, a la de postre.. - él alzó una ceja, y se encogió de hombros. Quien sabría? Quizás podrían congeniar bien saliendo por allí, además de que no conocía demasiado por allí cerca.

Él sacó su billetera para tenderle el dinero de lo que había comido. - No digo ahora, pero si gustas, podemos tener una cita un día de éstos.. no es obligatorio.. podemos hablar de negocios.. o no.. - él sacó del bolsillo de su camisa negra una tarjeta con su nombre y teléfono, también salían sus redes empresariales y a que se dedicaba.  

Por un momento pensó que el tiempo se había detenido o que, por el contrario, había pasado demasiado rápido ya que en seguida vio que él ya había terminado de comer. No, no podía ser, sentía que si no volvía a verle podría pasarse días suspirando por haber visto a un ser que parecía venir de otro mundo. Tal vez parecía demasiado exagerado lo que Diana estaba pensando, pero la atracción que sintió por él en ese momento no la había sentido jamás con ninguna persona. Debía mantenerlo allí todo el tiempo posible, si en algún momento él no volvía.

Sin embargo, sus palabras le sorprendieron. ¿Quería una cita? ¿Con ella, una mujer que el único vestido de gala que tenía era el de su graduación de carrera? No podía ser, ¿Acaso tan solo era por su comida o por su restaurante? No quería darle muchas vueltas, si él tan solo quería hablar de negocios, ella no iba a decirle que no. Diana agarró el dinero y se lo pesó durante unos segundos.

—Dame un momento.—dijo seria para luego ir a la parte de la cocina y, al estar a solas, se rio un poco para sí misma, feliz de saber que podría quedar con él de nuevo y agarró escribió su teléfono de móvil en una hoja de la pequeña libreta que tenía guardada en el bolsillo de su delantal. Volvió igual de seria, pero al acercarse a él y tenderle su número, no pudo evitar sonreírle coqueta y tímida.—Aquí tiene mi número, puede llamarme cuando quiera quedar para... ya sabe, hablar de negocios...

Por un momento pensó que el tiempo se había detenido o que, por el contrario, había pasado demasiado rápido ya que en seguida vio que él ya había terminado de comer. No, no podía ser, sentía que si no volvía a verle podría pasarse días suspirando por haber visto a un ser que parecía venir de otro mundo. Tal vez parecía demasiado exagerado lo que Diana estaba pensando, pero la atracción que sintió por él en ese momento no la había sentido jamás con ninguna persona. Debía mantenerlo allí todo el tiempo posible, si en algún momento él no volvía.

Sin embargo, sus palabras le sorprendieron. ¿Quería una cita? ¿Con ella, una mujer que el único vestido de gala que tenía era el de su graduación de carrera? No podía ser, ¿Acaso tan solo era por su comida o por su restaurante? No quería darle muchas vueltas, si él tan solo quería hablar de negocios, ella no iba a decirle que no. Diana agarró el dinero y se lo pesó durante unos segundos.

—Dame un momento.—dijo seria para luego ir a la parte de la cocina y, al estar a solas, se rio un poco para sí misma, feliz de saber que podría quedar con él de nuevo y agarró escribió su teléfono de móvil en una hoja de la pequeña libreta que tenía guardada en el bolsillo de su delantal. Volvió igual de seria, pero al acercarse a él y tenderle su número, no pudo evitar sonreírle coqueta y tímida.—Aquí tiene mi número, puede llamarme cuando quiera quedar para... ya sabe, hablar de negocios...

Luego de que ella le hubiera dado su número Blue se había despedido de la chica con media sonrisa y con la promesa que le llamaría en esos días. El castaño se había acomodado el saco antes de salir hasta su automóvil y pagarle al hombre que los cuidaba en la calle.

Los días siguientes habían sido muy ocupados para el empresario por lo que una semana había pasado desde la primera vez que había visto a la chica por lo que apenas tuvo una noche libre le llamó para buscarla cuando cerrara el restaurante, invitándola a pasear en su automóvil por la ciudad.

Así que a las 23:30 él estaba parado y apoyado contra el Mustang plata esperándola frente al Restaurante, ese día no había mucha gente, pero pensaba utilizar sus influencias para que aquello  cambiara muy pronto. Blue se acomodó el sweter y miró su reloj, algo de lo que renegaba era la impuntualidad en todos los sentidos de su vida. Esperaba que esa espera valiera la pena.

Durante la semana que estuvo sin saber nada de aquel atractivo empresario, Diana le daba vueltas a la idea de que tal vez él no iba a volver a verla, mucho menos quedar con ella para intentar ayudar a su negocio. Tal vez, pensó, había sido víctima de una broma un tanto pesada y eso le partió el corazón. Pero aún así, siguió esperándole todos los días a la hora de cenar, por si volvía.

La llamada hizo que todas sus dudas se despejaran. Con una sonrisa aceptó que quedaran para dar una vuelta y ella se preparó para aquella noche. Como siempre, su restaurante no estaba tan lleno como para preocuparse de la hora de cierre, por lo que a las 23:20 ya estaba lista para quedar con él. Se había cambiado de ropa para la ocasión: un vestido a rayas a conjunto con un cinturón y una chaqueta vaquera para el frío. Había sacado lo más formal y, a la vez, atractivo, que tenía en su armario para aquella cita. Quería dar una buena impresion y, fuera o no realmente algo relacionado con los negocios, quería verse presentable. Así que en cuanto escuchó cómo aquel coche deportivo aparcaba en frente, Diana se puso nerviosa y, mirándose al espejo del salón, se arregló un poco el cabello.

Suspiró intentando mantener la calma pero en cuanto salió para saludarle, el corazón la traicionó y se puso completamente sonrojada al ver a Blue encima de aquel coche tan maravilloso.

—Buenas noches, Sr. Sparrow.—dijo ella mientras se acercaba a él, sin saber muy bien cómo saludarle, si con dos besos y un apretón de manos.—Qué coche más bonito tiene. Es un Mustang, ¿Verdad?

Su abuelo era muy fan del motor, por lo que desde pequeña aprendió un poco de todas las marcas conocidas aunque realmente no era algo que le apasionara, sí guardaba los conocimientos como oro en paño, ya que le recordaban a él.

Blue no tuvo que esperar demasiado. Ella apareció vestida para la ocasión y se acercó a él para admirar su coche. Si, era bonito, pero la belleza de esa noche la llevaba de protagonista. Él se paró bien antes de saludarla con dos besos en en las mejillas, asintiendo a lo dicho por el auto.

- En efecto, es un Mustang.. - le dijo antes de abrirle la puerta de copiloto a ella. - Está usted muy bella hoy señorita Diana.. - le dijo el hombre una vez se hubo sentado en su sitio frente al volante.

- Le gustaría ir al Puerto? La costa? Es libre de elegir el lugar que más le agrade de la ciudad.. - deseaba perderse un poco de allí, olvidar el protocolo y poder para un momento tranquilo en su compañía. Su mirada clara estaba puesta en su rostro, admirando a la mujer que había invitado esa noche.

- Sepa disculparme pero.. hace demasiado que no tengo una cita.. - no recordaba cuando había sido la primera vez. - Estuve casado varios años, tengo dos hijos pequeños, los cuales aún viven con su madre.. - si de el dependía se iba a encargar de traerselos a su departamento para no tener que aguantar los reclamos de la mujer. Creía que le debía esa explicación a ella antes siquiera de arrancar, dándole el tiempo a la chica para que pudiera huir si quería.

Blue no tuvo que esperar demasiado. Ella apareció vestida para la ocasión y se acercó a él para admirar su coche. Si, era bonito, pero la belleza de esa noche la llevaba de protagonista. Él se paró bien antes de saludarla con dos besos en en las mejillas, asintiendo a lo dicho por el auto.

- En efecto, es un Mustang.. - le dijo antes de abrirle la puerta de copiloto a ella. - Está usted muy bella hoy señorita Diana.. - le dijo el hombre una vez se hubo sentado en su sitio frente al volante.

- Le gustaría ir al Puerto? La costa? Es libre de elegir el lugar que más le agrade de la ciudad.. - deseaba perderse un poco de allí, olvidar el protocolo y poder para un momento tranquilo en su compañía. Su mirada clara estaba puesta en su rostro, admirando a la mujer que había invitado esa noche.

- Sepa disculparme pero.. hace demasiado que no tengo una cita.. - no recordaba cuando había sido la primera vez. - Estuve casado varios años, tengo dos hijos pequeños, los cuales aún viven con su madre.. - si de el dependía se iba a encargar de traerselos a su departamento para no tener que aguantar los reclamos de la mujer. Creía que le debía esa explicación a ella antes siquiera de arrancar, dándole el tiempo a la chica para que pudiera huir si quería.

Dos besos, eso determinó el tono de aquella y se dio cuenta de que no iban a hablar precisamente de su restaurante y de las posibilidades para poder sacarlo adelante. Aquella noche iba a ser para conocerse mejor, dejarse llevar por lo que pudiera suceder y Diana estaba más que preparada para todo aquello. Devolverle los dos besos y poder notar lo suave que tenía la mejilla aunque tuviera una barba de unos cuantos días le hizo ver que él se cuidaba, algo que le gustaba mucho en un hombre.

Sonrió orgullosa de acordarse de sus clases de coches. Se sentó en el asiento del copiloto y se puso el cinturón mientras inspiraba, oliendo hasta el cuero de los asientos. Increíble, hacía mucho que no olía algo parecido.

—Muchas gracias, Blue... Usted también estás precioso.—respondió con una sonrisa amable y un sonrojo evidente en sus mejillas. Pensó durante unos segundos sobre dónde podrían ir entonces ella sonrió tan amplio como se lo permitían sus mejillas. Conocía el lugar perfecto.—¿Conoces el parque que hay al lado del puerto? Conozco un sitio perfecto para esta noche.

Se sorprendió por su confesión y entonces se sintió comprendida en cierto modo. Ella llevaba años sin salir con nadie ya que había puesto todas sus energías en abrir su restaurante, aunque no hubiera salido como esperaba... Pero era justo lo que le pasaba a Diana: nada de salía como quería. Esperaba que aquello, con Blue, fuera distinto.

—Yo tampoco he salido con nadie en años... Desde la universidad, si te soy sincera.—dijo entre una risita leve.—No sabía que tuvieras hijos... Y lo siento por tu divorcio. A veces las cosas no salen como queremos pero siempre viene el Destino y nos abre un universo entero donde antes se cerró una ventana.—comentó en tono dulce, confesando que ella, más que nadie, creía en que todo lo que vivía estaba prescrito.

Al menos ella no se había marchado al conocer un poco de su compleja vida. Eso estaba bien. Sonrió complacido y prendió el motor. Blue manejaba de manera tranquila, le gustaba relajarse al volante y, mientras tanto hablar con la muchacha.

- Así que no hay citas desde la universidad.. - eso si que era una novedad, siendo el un hombre de familia, aunque se le hubiera roto.

- Vamos al bosque entonces... - aunque jamás había ido de noche a ese sitio, si ella sabía dónde se metía estaba bien para el.

No tardaron demasiado en llegar al puerto. Blue aparco allí y ambos salieron del automóvil. Él se colocó las manos en los bolsillos de su jean oscuro, esta vez había preferido vestir menos formal de lo que solía hacerlo, necesitaba salir de ese ámbito de negocios y parar un momento diferente.

Chasqueó la lengua como si de algo natural fuera. Estaba tan ensimisdada en su trabajo que no se daba cuenta de los hombres que querían llamar la atención... Si existieran, claro. Diana no sabía muy bien cómo interpretar aquello, si no como una bendición para no preocuparse de más cosas en su vida o de una maldición que le estaba susurrando a su oído que iba a acabar sola. De todas maneras, sintió que aquella cita podría cambiar su suerte a mejor. Fuera lo que fuera.

—Tampoco es que haya tenido mucho tiempo para ir de citas... O candidatos, a decir verdad.—respondió Diana arreglándose un poco el cabello sonrojada por lo que había dicho. Era una mujer insegura cuando la situación no era estable, se dejaba llevar por los "Y si..." en vez de atenerse a aquello que estaba presente frente a ella.

Frunció el ceño cuando él comentó el bosque. No supiera que él también supiera de ese lugar y eso hizo que Diana se sintiera más segura. No quería que él pensara que ella tenía ideas raras como para ocultarlas entre los árboles, es tan solo que allí se encontraba algo que su abuelo y ella visitaban siempre que podían. Algo que hacía años que no visitaba y que pensó que era el momento oportuno y el lugar adecuado para que se conocieran mejor, ya que la charla sobre negocios no estaba sobre la mesa.

—¿Conoces el bosque? Eso es que conoces bien la ciudad.—comentó ella con una sonrisa mientras salía del coche y respiró hondo notando el aire fresco de la noche.—Pero estoy segura de que no conoces esto... Ven conmigo.—Diana estuvo a punto de tentarse y tenderle la mano, pero se sonrojó un poco y se colocó mejor su chaqueta vaquera para luego comenzar a caminar en dirección a un pequeño sendero que estaba semi-cuidado. Se dio cuenta de que aquel camino no estaba tan pisado como lo recordaba. Eso significaba que el lugar secreto con su abuelo seguía siendo... bueno, secreto.—Hemos llegado.

Una sonrisa amplia apareció en el rostro de Diana al ver el pequeño gazebo lleno de hiedra y cubierto por la naturaleza en una explanada en mitad del bosque, donde perfectamente daba la Luna. Dentro del gazebo, un pequeño banco de hierro, oculto entre las sombras de este aunque, por lo poco cuidado que estaba, se podía ver que pequeños rayos de Luna se colaban desde el techo y lo iluminaban como si estuviera lleno de estrellas.

—Mi abuelo y yo solíamos venir aquí cuando él seguía vivo... Era nuestro lugar favorito, aunque en ese entonces estaba menos comido por la hiedra... Aún así no ha perdido su encanto. ¿Te gusta?—le preguntó, llevando la mirad hacia él.

 - Tengo las pintas de conocerme bien el bosque? - preguntó con diversión, mirándose los pantalones de jeans negros y su sweter, sabía que daba el target para ese lugar, pero aún así, deseaba tener nuevas aventuras y dejar de preocuparse por lo que había dejado atras. Las ramas crujían a sus pies y el estaba seguro que sus zapatos de vestir estarían arruinados al día siguiente, demasiado tiquismiquis con su vestuario como todo empresario de moda.

Blue siguió a la chica y cuando llegaron al interior del bosque alzó una ceja al ver el lugar, tenía una nota mística ese sitio que lo llenaba de paz. - Me gusta, seguramente tu abuelo hubo de ser un buen hombre.. - le dijo pasando una mano hacia el cabello de ella para quitarle una hoja que se había instalado allí, aprovechó y le acomodó el mechón tras la oreja y luego de sonreír fue a investigar el gazebo, aquel banco viejo, se sentó allí y la llamó para que se sentara a su lado, poniendo su mano en el banco.

 - Creo que a veces uno no se da la posibilidad de conocer a alguien más, y la excusa perfecta es no tener tiempo.. - él lo había hecho en ese tiempo solo, se había convencido que trabajar más le haría suplir la necesidad de una pareja, pero estaba convencido de que era un hombre que lo necesitaba.

Ninguno de los dos estaba bien vestido para ir al bosque pero cuando él le dio la libertad de ir a cualquier lugar, su lugar secreto era el primero en venirle a la cabeza y sabía que ese lugar era el mejor para una primera cita: conectaba con ella de una manera especial, era un sitio bastante romántico y le hacía recordar un pasado que extrañaba con bastante nostalgia, pero de la mejor manera posible.

Tal vez llevarle en la primera cita no era algo demasiado normal en ella pero esa manera que tenía de hablarle y de acomodarle el pelo mientras se lo arreglaba le hacía ver que había hecho bien en llevarle en ese sitio. Su mirada estaba clavada en la de él mientras él se dedicaba a tocarla. El sonrojo era más que evidente y esperó que no se diera mucha cuenta o que la Luna pudiera tapar todo aquello. El señor Sparrow estaba marcando todas las casillas para llevarse el corazón de Diana, si es que acaso eso era lo que él quería.

—Mi abuelo era el mejor...—comentó antes de que él se adentrara en el gazebo y se sentara en el banco donde anteriormente se sentaba su abuelo. La vista de ver a Blue bajo aquella estructura, de noche donde apenas se podía ver nada, le resultó bastante reconfortante y emocionante al a vez. Sabía que si se sentaba ahí ella comenzaría a ser quien realmente era, sin tapujos ni miedos.

Al sentarse, suspiró y llevó la mano hacia el reposabrazos del banco, acariciándolo como si el alma de su abuelo estuviera ahí en ese mismo momento. Siempre lo sentía con ella, pero en aquel lugar su presencia se hacía más presente aún. Estaba a salvo y escuchar la voz grave de Blue hizo que todo se volviera nuevo, como si fuera la primera vez que hubiera estado ahí con él.

—O "no eres mi tipo", eso lo he escuchado mucho.—dijo un tanto divertida pero con toda la sinceridad del mundo. Después suspiró y se acomodó un poco más cerca de él.—A mí me enseñaron que el amor llega cuando tiene que llegar, ¿Sabes? No lo esperas, llega en el momento más inesperado y, si es alguien que realmente se va a quedar en tu vida, no se va a ir por mucho que intentes evitarla... No sé si creerás en el Destino, pero yo sí y bueno, sé cuando ver las señales.

El destino, claro. Cuando había decidido divorciarse había creído que ya su distino estaba sellado y dejando a Daphne, podría quedarse soltero el resto de su vida, y no le molestaba demasiado, era un hombre ocupado, mujeres no iban a faltarle si las quería por la noche y no tenía que preocuparse mucho en llegar a horario a ningun sitio.

Pero, luego se había dado cuenta que esas mujeres no llenaban absolutamente nada en su vida y había dejado de frecuentarles. Sabía que necesitaba algo mucho más profundo, y para ello, no podía dejarse llevar por el momento.

Blue la miró elocuente y escuchó con atención. - Que señales son esas? Una cita en medio del bosque? - le preguntó con media sonrisa. Podía decir que ella era una mujer romántica que necesitaba quien la protegiera y él aún no sabía cuanto podría dar en una relación, pero eso se vería con el tiempo. - Cuales son tus sueños, Diana? - le preguntó poniéndose de costado, para acariciar su rostro mientras le hablaba.

La vida le había enseñado demasiado como para que Diana dejara de creer en el destino pero ella era una romántica empedernida, de esas que buscaba el típico amor de película aunque, en cada relación, se daba cuenta de que eso no existía. Sin embargo, no perdía la esperanza. Todo eso se lo agradecía a su abuelo y a su madre, a sus experiencias vitales donde su padre estaba fuera del mapa. Todo aquello le enseñaron que lo mejor estaba por venir si tú dejabas que viniera hacia ti.

Diana se percató de la indirecta de Blue y rió sonrojada. Bajó la mirada y se mordió el labio levemente.

—No lo sé... Tal vez, todo depende de cómo acabe la velada...—respondió con la sonrisa completamente perenne en sus labios. La caricia en su mejilla provocó que ella sintiera una corriente eléctrica pasar por todo su cuerpo desde su roce hasta la punta de los dedos. Sus ojos se clavaron en los de él y, otra vez, se sonrojó. Aquello era una señal, pero no se lo iba a decir.—Mi sueño es que mi comida llegue al corazón. Hace unos años te hubiera dicho que abrir el restaurante pero ahora me doy cuenta de que eso no es suficiente, necesito que la gente venga a mi restaurante con ganas de pasar un buen rato, de comer buena comida... Pero dime, ¿Cuáles son los tuyos?—al decir aquello, Diana agarró la mano que notaba en su rostro y la acarició con suavidad. Le miraba con tanta ternura que hasta ella misma podía sentir que, tal vez, se estaba sobrepasando.

 Blue la miraba con sus brillantes ojos celestes, mientras ambos, demasiado juntos hablaban entre susurros como si el inmenso bosque podría jugarles una mala pasada y contar sus secretos de árbol en árbol. El castaño sintió su mano sobre la suya y sonrió, había algo magnético en esa muchacha de mirada oscura. Algo que lo dejaba sin aliento. A él, quien era.

- Mi sueño.. quizás suene ostentoso pero mis sueños profesionales se han convertido en realidad, todos ellos.. - le dijo, con media sonrisa - pero, en realidad mi gran sueño es que mis hijos sean felices, y poder serlo, también, disfrutarles, darles la mejor educacion... bueno, te aburriría con eso.. - no creía que la chica quisiera escucharle hablar de sus pequeños, pero así le había salido.

- Que me dices si.. yo ayudo en que tus sueños se cumplan en el restaurante, a cambio de que me acompañes.. en momentos como éste? - el castaño se fue acercando hasta respirar contra su rostro y acortar la distancia hasta poder besar sus labios, fue lento, abriendo un poco los labios, esperando ella le correspondiera en reapuesta.

A pesar de corresponderle por un momento, Diana no había disfrutado de ese beso, incluso diciendole que no se lo había esperado. Blue no supo que decir en ese momento, se sintió tonto, y avergonzado por aquello, tanto así que se rascó el cabello, pensando en retirarse de allí. No sabía si podía ser el prototipo que ella necesitaba, no había estabilidad en su vida, todo era una montaña rusa y no creía que eso quisiera una chica como ella.

- Está bien, lo siento... - murmuró, separándose un poco - Supongo que me he apresurado.. - él metió la mano  en su bolsillo para sacar su billetera y abrirle para mostrarle la fotografía de dos niños de cuatro años. - Son mellizos, Nina y Noah.. - él sonrió al ver los rostros sonrientes de sus niños, ambos de cabello azabache y ojos tan azules como los de su padre, le estaba mostrando un poco de su vida, para que le conociera, y una muy importante.